Por Griselda Barale
PARA LA GACETA - TUCUMÁN
María Eugenia Valentiè nació en 1920 en Tucumán. Su infancia transcurrió en un ingenio azucarero donde su padre trabajaba como administrador. Se recibió en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNT como Profesora de Filosofía y Pedagogía. En 1948 ingreso a la UNT como “personal de la universidad” y luego comenzó a trabajar en la cátedra de Metafísica, con Juan Adolfo Vázquez, y se jubiló como titular en esa materia; dictó Gnoseología y Filosofía de la Religión. Fue directora de proyectos y programas Ciunt; dirigió becas e investigadores del Conicet; tesistas de licenciatura, de magíster y de doctorado.
Con Vazquez creó la revista Notas y Estudios de Filosofía, de amplia difusión dentro y fuera del país. Tradujo la obra de Simone Weil y Gabriel Marcel. Fue ensayista, miembro de jurados del Festival de Cine en Mar del Plata; vocal del Consejo Provincial de Difusión Cultural; redactora y colaboradora permanente del suplemento literario en LA GACETA. Trabajó como investigadora en Filosofía Moderna con Risieri Frondizi. Publicó los libros Leibniz - Una metafísica del hombre; De mitos y ritos; La religiosidad popular del NOA. Fue invitada por la Unesco para disertar en el coloquio sobre “Filosofía de la Paz”. Dictó cursos en distintas universidades nacionales y extranjeras. Recibió numerosos premios y distinciones. Y fue profesora consulta y emérita de la UNT.
Sin duda Genie ha sido pionera en lo que hoy se denominan “epistemologías feministas”, que incorporan la multiplicidad al discurso de la ciencia, cuestionan el carácter androcéntrico de la misma, cambian el lugar que ocupaba el cuerpo femenino en la sociedad y la mujer en las estructuras simbólico-sociales, lo que para J. Kristeva es un pensar arraigado en la experiencia. Genie articuló el estudio riguroso de la Filosofía Clásica con la experiencia mágica de su niñez en el Ingenio; y, con ambas, miró lo próximo, “lo otro”, legitimando objetos de estudios no frecuentados por la academia filosófica.
Cuando publica El Familiar en la revista Ensayo y Estudio en 1973, con su erudito y profundo análisis de las versiones orales que recoge del perro demonio, este y otros relatos del NOA adquieren otro nivel estético, sociológico y filosófico.
Varias generaciones han gozado de sus clases nunca improvisadas, pero jamás solemnes. Faltar a una de ellas era perder la oportunidad de aprender Filosofía y a cómo ser mejores personas, porque más allá de Leibniz, Kant o Heidegger -temas de clase-, se mostraba algo de lo ético, como la importancia de escuchar al otro con respeto y sin prisas vanas; la hospitalidad para con lo diferente o los diferentes; los peligros del poder; lo corrosivo de las competencias desaforadas.
© LA GACETA
Griselda Barale - Doctora en Filosofía.